Análisis Roland TB-303

Tras el lanzamiento de la TR-808 y bajo la misma filosofía «One Man Band», Roland lanzo al mercado en 1982 un modelo que resultaría ser otra de sus leyendas accidentales: el Roland TB-303.

En un principio creado como el sucesor económico del bajo eléctrico, el 303 era un sintetizador monofónico con tan sólo un oscilador, dos formas de onda y resultaba algo aparatoso a la hora de programar secuencias.

Al igual que con su hermano mayor el 808, su producción terminó muy pronto, a escasos 18 meses desde su lanzamiento y con aproximandamente 15.000 unidades fabricadas. La consecuencia de su fracaso en el panorama mainstream fue la bajada de precio del sintetizador en el mercado de segunda mano y fueron los músicos que experimentaban con nuevos sonidos los que comenzaron a utilizarlos de nuevo.

A finales de los 80s, estos músicos, ávidos de nuevos descubrimientos sonoros, empezaron a manipular todos los knobs del Roland TB-303 y llevaron su sonido a algo totalmente innovador gracias a su filtro y resonancia, creando lo que acabó denominándose «Acid House».

DISCLAIMER: El logotipo y la marca Roland y el nombre del producto son marcas registradas de la empresa Roland Iberia SL en join venture con Roland Corporation Japan.